Una escultura blanca gigante de un dron apareció a 7,6 m (25 pies) sobre el parque High Line de Manhattan, lo que puso nerviosos a los neoyorquinos, que era la intención de los creadores.
Sam Durant, el artista detrás del Untitled (drone) de fibra de vidrio, dijo que el trabajo fue diseñado para recordarle al público que los drones y la vigilancia son una presencia trágica y omnipresente en la vida cotidiana de muchos que viven fuera y dentro de los Estados Unidos.
La escultura blanca del dron depredador se destaca contra los cielos azules del verano, pareciendo flotar sobre la 10th Avenue y girando sobre su poste cuando es empujada por el viento.
Lo que queremos hacer con High Line Art es llevar al público no solo hermosas obras de arte, sino también obras de arte que invitan a la reflexión y que pueden generar conversaciones, dijo Cecilia Alemani, curadora en jefe de High Line Art, que patrocinó el trabajo de Durant.
Ariella Figueroa, residente de California, dijo que el dron la hizo pensar en el futuro.
Es la misma tecnología que usamos en Irak y Afganistán hace 10, 12 años que ahora es portátil y cualquiera puede comprar, dijo Figueroa.
Es un poco intimidante, un poco aterrador, especialmente aquí en la ciudad de Nueva York.