Rascarse puede ser un signo de estrés en muchos primates, incluidos los humanos, y puede haber evolucionado como una herramienta de comunicación para ayudar a la cohesión social en los monos, según un estudio.
Los hallazgos mostraron que rascarse en los monos es más que una picazón y es más probable que ocurra en momentos de mayor estrés, como estar cerca de personas de alto rango o de no amigos.
arañas con patas rojas y blancas
Durante experiencias tan estresantes, rascarse pareció reducir la agresión de los demás y disminuir la posibilidad de conflicto, lo que sugiere que podría haber evolucionado como una herramienta de comunicación para ayudar a la cohesión social.
Los comportamientos de estrés observables podrían haber evolucionado como una forma de reducir la agresión en especies de primates socialmente complejas. Mostrar a los demás que está estresado podría beneficiar tanto al rascador como a los que miran, porque ambas partes pueden evitar el conflicto, dijo Jamie Whitehouse de la Universidad de Portsmouth en Gran Bretaña.
La investigación también plantea la cuestión de si el rascado humano y los comportamientos de estrés autodirigidos similares cumplen una función similar. Además, el rascado por estrés redujo significativamente la probabilidad de que un mono rascador fuera atacado.
La probabilidad de agresión cuando un mono de alto rango se acercaba a un mono de rango inferior era del 75 por ciento si no se rascaba, y solo del 50 por ciento cuando el mono de rango inferior lo hacía.
escarabajo marrón con manchas negras
Rascarse también redujo la posibilidad de agresión entre personas que no tenían un vínculo social fuerte.
Al revelar el estrés a los demás, los estamos ayudando a predecir lo que podríamos hacer, por lo que la situación se vuelve más transparente. En última instancia, la transparencia reduce la necesidad de conflictos, lo que beneficia a todos y promueve un grupo más cohesionado socialmente, agregó Jamie.
Para el estudio, publicado en Scientific Reports, el equipo realizó observaciones de comportamiento de 45 macacos rhesus de un grupo de 200. El equipo monitoreó las interacciones sociales que ocurren naturalmente entre estos animales durante un período de ocho meses.